Creo que constantemente estamos elevando plegarias a la vida. Por lo menos sé que yo lo hago. Pido, pido, pido. Pido tanto que adopté hace algunos años la costumbre de no pedir nada en mi cumpleaños, y cuando soplo las velitas sólo agradecer. Pienso que a la vida no le molesta, por el contrario, le gusta que pidamos, que esté lo suficientemente involucrada con lo que sucede en mi día a día, que vayamos creando juntas lo que será mi próxima realidad. Me gusta creer que tenemos ese acuerdo.
Mi problema no reside tanto en el pedir, creo que está más en el recibir… y en el permitir que lo que se tiene que derrumbar se derrumbe en el proceso de cambio. En esa parte yo no tengo injerencia, no puedo ver el panorama general, no me toca accionar ahí, y me cuesta. Me cuesta tanto que a veces me quiero echar para atrás, me arrepiento de lo que pedí, quiero que todo se quede igual, quisiera correr hacia el pasado, abrazarlo, mirarme a la cara, gritarme “APROVECHÁ PORQUE EN UNOS MESES SE VIENE LA DEBACLE”, no sé, todo lo que sea posible con tal de armar un hogar ahí.
El tema es que la vida sabe tan bien como yo que así no funcionan las cosas, que es momento de seguir avanzando, que la naturaleza es evolución, que ya estoy lista para algo más. Pero cuando estoy ahí, con los restos de lo que era mi vida, de lo que solía gustarme, de lo que solía querer entre las manos, me olvido que esto yo lo pedí, que es necesario, que es parte de algo más grande, que tengo que confiar.
Entonces me siento, ofuscada, como estoy hoy. Cansada, frustrada, harta. Encaprichada. Y escribo.
Escribo y me digo que si vivo pidiendo más, tengo que estar lista para recibir ese más. Tengo que abrir los brazos, tengo que trabajar en mi fuerza, tengo que comprarme una canasta gigante, lo que sea, pero que la vida provee y yo tengo que estar a la altura de ese dar sabiendo recibir. Me recuerdo que si quiero un cambio, tengo que abrirme al cambio, porque ¿para qué lo pedí si no? No es mi estilo hacerle perder el tiempo a la vida. Escribo y anoto que todo en la naturaleza tiene una inteligencia interior orgánica y que no hace falta que la comprenda, o que tenga de antemano los planes de cómo van a ser los hechos, que de hecho es mucho más divertido no saber. Escribo y me digo que así se arman las buenas historias, con cambios inesperados, con giros, con vueltas, y que tener todas las respuestas hoy no haría más disfrutable el mañana, sólo me robaría a mi misma la posibilidad de sorprenderme y maravillarme, y seguiría reforzando la idea de que necesito saber - que en verdad, es mentira. Escribo y me digo que un día, tal vez no tan lejano, voy a poder mirar atrás y entender cómo se fue entretejiendo la red de mi vida, y voy a sentirme en paz con los micro guiños del destino que me hicieron de farol en el camino, indicándome por donde seguir (aunque conscientemente no los registrara). Escribo y me reaseguro de que puede haber seguridad incluso en el cambio, que tal vez ese sea mi lugar feliz, que no nací para estar estática en ningún lado, que soy más parecida a una medusa de lo que me parece, que me mueven las corrientes marítimas y mi único trabajo es pulsar. Escribo y me recuerdo una con la vida, una pieza fundamental del rompecabezas que hoy compone a todo el Universo, que hay algo más grande que me sostiene y que me puedo relajar. Escribo y me recuerdo que yo también escribo esta historia, y que puedo decidir que el cambio sea excitación, disfrute y placer, agradecerlo, agachar la cabeza y simplemente, confiar.
Tal vez creemos que hay personas que confían y personas que no, pero en mi experiencia, la confianza, la fe y la esperanza son decisiones conscientes que se tienen que tomar cada día de la vida, incluso cada minuto de la vida, y sólo las personas valientes viven así, porque implica vivir con el corazón en la mano extendido al cielo. Tener confianza en la vida es estar fundido con el pulso maestro que dicta cuándo es primavera, cuándo dejar caer las hojas, cuándo algo debe morir y cuándo está listo el fruto para caer del árbol.
Es una lina forma de vivir, según mi visión.
Debimos de ser mejores amigas en otra vida Nico, todo lo que escribes me resuena y acostumbra a llegarme en el momento en el que lo vivo. Gracias por compartirte una vez más.
hermoso, Nico <3 gracias, de todo corazón!