A 2025 le pongo nombre
lo llamo el año del FUCK YES
después de que quisieran convencerme
de que tenía que conformarme
sé que por ahí no es
A lo largo de mi vida he escuchado incontables veces lo mismo: sos demasiado cambiante. Suelto, suelto rápido. Suelto trabajos, suelto ropa, suelto proyectos, suelto pertenencias, suelto propósitos, suelto mi sillón, suelto amistades, suelto mi color de pelo. Dejo. Nada me pertenece, todo es impermanente para mí.
Siempre son dos palabras que van juntas: demasiado cambiante. La clave es demasiado. Como si hubiese una cuota de cambios en la vida, y yo tuviese que elegir. Ah, okey, en 2025 ya cambiaste esto, te quedan dos cambios más, ¡elegí sabiamente!
Cuando salí del secundario y no tenía idea de qué quería hacer con mi vida (spoiler: sí sabía, sabía que quería escribir, pero no sabía que podía vivir escribiendo) probé muchas carreras. Cuando digo muchas, es muchas en serio. Pasé por RRHH, de ahí a Abogacía, de Abogacía a Letras, de ahí a Traductorado, salté a Diseño Gráfico, pasé por Marketing, hice Fotografía… nada era para mí. Tengo el recuerdo de volver a casa de mis abuelos, ver la mirada derrotada en sus ojos: “¿De nuevo Nicole? No vas a lograr nada en la vida así”. Me acuerdo todavía de una vez que llegué y me encontró mi abuelo en la puerta, y de la nada me dijo “Me preocupa qué va a ser de vos el día que nosotros no estemos”. Para ese momento yo ya vivía sola y era independiente económicamente hacía ya tres años, pero no importa. Siempre tuve el estigma de la indecisa. El valor no estaba puesto en el coraje de construir una vida llena de mí, si no de elegir, como en el Juego de la Vida que tanto amaba jugar de chica, ¿te casás? ok, es para siempre, ¿estudias? ok, no se puede cambiar, ¿hijos o trabajas? ok, está escrito en piedra.
En verdad, si tengo que definirme, creo que lo que soy es todo lo contrario. No soy indecisa: soy extremadamente segura en mis decisiones, y no tengo miedo de decir cuando un camino no es para mí, pivotear y volver a agarrar el asfalto. Soy una persona que suelta con rapidez y determinación todo lo que no resuena con su alma, y eso molesta.
La semana pasada una mujer que quiero mucho me dijo “Te lo digo con amor, vos sos un dedo en el culo. Sos una persona que gatilla. A veces gatillas luz, a veces gatillas mierda”. Y eso también es verdad. Incomoda mucho que yo cambie con soltura porque no es lo que nos dijeron que podíamos hacer, a mí claramente no me lo dijeron jamás, pero por algún motivo cósmico es una certeza que tuve siempre, siempre supe que por más que me generara muchísimo dolor a la única persona a la que no podía decepcionar jamás es a mí misma, y quedarme más tiempo empujando en algo que se siente muy pesado sólo para hacer feliz a los demás, o para que no me juzguen de cambiante, no es algo que tenga ganas de hacer, la verdad.
Cuando yo comunico una nueva decisión que no sé cuánto va a durar, que puedo decir que es por ahora, que no existe un “para siempre” en mi vida puedo ver cómo las personas que me quieren se ponen nerviosas. Se agarran las perlas, se aflojan la corbata, ¿a vos te parece? ¿otra vez? ¿en serio?. Mi cambio, de manera indirecta, les pone cara a cara muchas veces con verdades incómodas sobre sus vidas, como a mí su estabilidad me pone cara a cara con verdades incómodas sobre mi mutación, estar en vínculo es estar en gatillo constante, son las reglas del juego.
El tema es que yo no me compro la idea de que cambio porque soy hincha pelotas y ya, yo cambio porque mi alma ansía y comanda, y yo sólo puedo responder. Cambio porque me respeto, cambio porque no quiero una vida llena de “meh”. Cambio porque sé lo que merezco, cambio porque no quiero conformarme. Cambio porque cuando me vaya de este mundo quiero decir que hubo algo sobre lo que siempre tuve certezas: que podía confiar en mí. Cambio porque estoy en diálogo constante con lo que el emerger de la vida propone, y ¿quién soy yo para decirle basta?
No tiene que ver con darme por vencida, tiene que ver con rendición. Rendirme a mi naturaleza cíclica, a mis tiempos, a que a veces las enseñanzas llegan no a través de la completitud de algo si no de haberlo probado, a entender que en la gran escala de las cosas siempre estuve donde debía estar, que este es mi papel y este es mi rol, que soy adaptable como el agua, me transformo, paso de líquido a gaseoso y de nuevo a sólido, estoy en búsqueda de una gran historia y no termina acá mi trama.
Yo creo que si tuviese que definirme (me resulta aburridísimo) diría que soy ecléctica. La palabra eclecticismo proviene del griego ἐκλεκτικός (eklektikós), que significa "que elige" o "selectivo".
Este término deriva del verbo griego ἐκλέγειν (eklégein), que se compone de:
ἐκ (ek), que significa "fuera de" o "desde".
λέγειν (légein), que significa "escoger" o "seleccionar".
Tengo la suerte de poder elegir probar todos los gustos de la heladería. ¿Por qué me quedaría sólo comiendo chocolate?
Identificadisima!
El término "estigma de la indecisa" me calo muy profundo. Gracias❤️
❤️🔥”cambio porque me respeto”
”cambio porque sé lo que merezco” 🥹🥹🥹
Esas palabras me movieron todo el piso, un poco de dolor por preguntarme cómo es que a veces cueste tanto dejarse ser así de libre?
Sos inspiración pura!! Lo leí dos veces y en ambas pega distinto y más lindo.
Una vez vi un comentario de una alumna en insta que te puso “amo escucharte hablar porque das cachetadas con mucho amor”,
Adhiero totalmente y asi es tu escritura para mi super pura y honesta y a la vez inspirador, auténticamente nico! Única ❤️
Gracias gracias por compartir! Amo leerte!