No lo escribí mal: quise decir, a propósito, invernar. “Invernando” es el título de un libro que me descubrió hace unos meses en una librería de Villa General Belgrano, de “casualidad”, y como soy proyectora cualquier libro que incluya la palabra “descanso” y “refugio” en su descripción, necesito tenerlo.
Katherine May, la autora, se centra en la idea de invernar como una práctica de autocuidado durante los momentos difíciles de la vida.
Según May, invernar es un proceso que ocurre en la naturaleza durante los meses de invierno, cuando los animales hibernan y las plantas se marchitan para recuperarse y prepararse para el renacimiento de la primavera. Y postula algo loquísimo: ¡lxs humanxs somos parte de la naturaleza! Qué divague. Realmente ¿cómo hacemos para existir creyendo que a nosotrxs no aplican las leyes universales de morir y renacer? No lo entiendo. Lxs seres humanxs también podemos beneficiarnos de invernar durante los momentos difíciles de la vida: la pérdida, la enfermedad, el agotamiento o cualquier otro tipo de crisis personal.
Lo curioso es lo siguiente: invernar no es lo mismo que simplemente “tomarse un descanso” o unas vacaciones, sino que implica un compromiso activo con la introspección, la reflexión y la sanación. Solemos creer que cualquier cosa que sea poner un stop a la vorágine diaria implica por consiguiente la apatía o el quedarnos atrás porque “no estamos haciendo”. Lo curioso es que, durante el proceso de invernación, es tan importante que las personas se permitan descansar como renunciar a las expectativas externas y centrarse en cuidar de sí mismas, ya sea a través de la meditación, el yoga, la lectura, la escritura o cualquier otra actividad que brinde confort y significado.
O sea: invernar es un verbo, es activo, requiere compromiso, requiere un hacer, hay tanto mérito como en lo que caminamos hacia afuera, sólo que este camino es hacia adentro.
No le damos el crédito que merece al hecho de ser lo suficientemente valientes como para detenernos y adentrarnos en las profundidades de nuestro ser desde la quietud, porque en el constante movimiento las aguas nunca están lo suficientemente calmas como para poder observar qué ha decantado ya y qué no.
La integración es un proceso fundamental de cualquier camino de desarrollo personal y requiere descanso para poder hacer espacio y que así se presente lo que deba presentarse para seguir siendo indagado, trascendido o transmutado.
Mañana empieza el Rest Lab, un laboratorio de 15 días donde voy a compartir mis prácticas diarias para incorporar descanso a mis días, es gratis y podés sumarte acá: https://t.me/restlabhyc
Que se abra espacio en nuestra vida para lo maravilloso del invierno.
Nico